Arte japonés, ¿qué lo caracteriza?
El arte japonés es conocido por los elementos tradicionales y culturales que refleja. Gracias a esta mezcla de culturas y simbolismo se ha posicionado como uno de los referentes del arte mundial. ¿Quieres conocer más sobre esta mítico estilo? No te pierdas nuestro nuevo artículo.
Este país asiático parece albergar dos mundos diferentes. Por un lado, es conocido por los grandes aportes tecnológicos que ha otorgado al mundo, pero por otro lado, Japón está lleno de tradición y culturas antiguas. El resultado de estos dos elementos ha tienen como resultado expresiones artísticas muy profundas e interesantes.
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Principales características
El arte japonés se caracteriza por su eclectisismo, pues se retoma diversos elementos de las culturas que han arribado a sus costas a lo largo de su historia. Asimismo, destacan de esta corriente una estética se centrada en lo sagrado. En muchas obras, son representadas fuerzas invisibles, dioses, espíritus y poderes que mueven tanto al cosmos como a los objetos. En específico, se ha visto influenciado por la religión sintoísta, basada en la adoración de los espíritus de la naturaleza. Años más tarde, alrededor del siglo I, se añadió el budismo y en torno al siglo V, se forja un sincretismo religioso que aún hoy perdura.
Técnicamente, se distingue por la austeridad de elementos y elimina toda clase de elementos ornamentales. Sus obras muestran desequilibrio, asimetría, simplicidad, sutileza, una cierta pobreza y una serie de ideas afines. Asimismo, utiliza un mínimo de líneas para representar lo que quiere expresar.
Otra característica que hizo destacar al arte japonés era que no se realizaban cuadros como en el occidente. Los kakemonos eran pinturas tradicionales que se pueden enrollar o desplegar verticalmente para colgarlas, realizados en seda o papel.
Alegría de lo simple
El arte japonés se caracteriza porque refleja la relación de la naturaleza con la humanidad. Esto se pone de manifiesto en el valor otorgado a la imperfección, al carácter efímero de las cosas, al sentido emocional que el japonés establece con su entorno. Así, en este tipo de arte, la racionalidad es opacada por la expresión emocional y la sencillez de actos.
Todo lo anterior explica su estética simplista, naturalista y melancólica. Esta simplicidad provocó en pintura una tendencia hacia el dibujo lineal, sin perspectiva, con abundancia de espacios vacíos, que sin embargo se integran armoniosamente en el conjunto.
De hecho, una de las premisas principales de este estilo es representar la alegría de las cosas simples. Además busca plasmar el placer que se experimenta bajo el encanto de momentos comunes.
“Pinturas del mundo flotante” o “estampa japonesa”
El Ukiyo-e es sin duda alguna una de las corrientes más conocidas a nivel mundial. Se trata de un género de grabados realizados mediante xilografía o técnica de grabado en madera, producidos en Japón entre los siglos XVII y XX. Estos grabados retrataban generalmente paisajes e imágenes teatrales.
La palabra Ukiyo-e significa literalmete “flotante” y hace referencia a una idea de felicidad derivada de la realización de que el mundo es “efímero, fugaz o transitorio.
Esta corriente artística comenzó con trabajos de un solo color. En un principio, solo se utilizaba tinta china. Pero con el tiempo, algunos impresos fueron coloreados de forma manual con pinceles. Ya en el siglo XVIII, un artista desarrolló una técnica de impresión polícromática.
Este género era muy famoso en el país porque podía ser producido de forma masiva. Por lo general, eran adquiridos por personas sin suficiente nivel económico como para poder comprarse una pintura original.
La gran ola de Kanagawa
En japonés Kanagawa oki nami ura es una de las estampas japonesas más famosas en la historia. Fue creada entre 18830 y 1833 y su autor es Katsushika Hokusai. La obra pertenece la serie “treinta y seis vistas al del monte fuji”. Del molde utilizado se realizaron varios miles de copias, muchas de las cuales llegaron a manos de coleccionistas europeos.
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