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Mictlán, el lugar de los muertos según los mexicas

En México, la muerte es un elemento muy presente en su cultura. Sobre todo, en las antiguas culturas se pueden encontrar decenas de leyendas y mitos asociados a la muerte. Los mexicas, por ejemplo, creían que existía un inframundo denominado mictlán. Ahí llegaban todas las almas de los fallecidos, pero antes tenían que pasar por 9 niveles. Aquí te contamos más sobre esta creencia prehispánica.

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Según la mitología mexica, cuando alguien muere, su alma emprende un viaje de 4 años hacia el mictlán o lugar de los muertos. En donde son recibidos por Mictlantecuhtli y Mictlancihuatl, las deidades del inframundo, quienes le anunciaban el final de sus pesares. Por ello, se creía que en este lugar las almas se purificaban y encontraban la paz. Pero, para llegar ahí debían atravesar nueve niveles.

En el texto ““Historia general de las cosas de la Nueva España” de Bernadino de Sahagún, se ofrecen más detalles acerca de este mito. Según su autor, al mictlán podían llegar nobles y plebeyos, no había distinción de clase. Y los rituales funerarios eran acompañados de un discurso fúnebre que tenía un gran peso simbólico

Para que las almas pudieran iniciar su camino, los vivos los ayudaban por medio de rituales. Cuando alguien moría, las mujeres ancianas de la comunidad anunciaban la muerte con gritos y llantos. Posteriormente, vestían al difunto con la ropa con la que sería enterrado y lo colocaban junto a sus pertenencias y el cuerpo era alimentado con los platillos más exquisitos. Después de cuatro días, el cuerpo era enterrado o incinerado. Terminado el ritual el alma comenzaba su camino. Este rito era repetido cada 4 años, pues se creía que era la duración del recorrido para llegar al descanso eterno.

Itzcuintlán o lugar de los perros

Este era el primer del mictlán. Ahí, las almas despertaban después de la muerte y se encontraban frente a un caudaloso río llamado Apanohuacalhuia. El cual debían cruzar con la ayuda de un xoloitzcuintle, siempre de color rojizo. Según esta leyenda, si le pedían ayuda a algún perro de color blanco, este se negaría. Así como los perros negros, que no aceptarían ayudarle.

“Y más hacían al difunto llevar consigo un perrito de pelo bermejo, y al pescuezo le ponían hilo flojo de algodón; decían que los difuntos nadaban encima del perrillo cuando pasaban un río del infierno que se nombra Chiconahuapan…”.

Bernardino de Sahagún

El río Apanohuacalhuia delimitaba la frontera entre los vivos y los muertos, en continuidad con los Xoloitzcuintle, que eran afluentes. Por ello, en vida, todas las personas debían ser amables con los perros. De lo contrario ninguno lo ayudaría a cruzar el río y quedaría destinado a vagar sin destino.

Arte de Martha Chapa. Disponible en nuestra galería en línea

Monamictlán, en donde las montañas chocan

Se trata de una región llena de montañas que chocan entre ellas. Según la creencia, había dos cerros que se abrían y cerraban cada cierto tiempo. Por ello, el difunto debía esperar el momento oportuno para sortearlos.

Itztépetetl, “El cerro de obsidiana”

Aquí, los trotamundos deben atravesar senderos llenos de filosas obsidianas. Las cuales, desgarran la piel y dejan descubiertos los huesos. Este lugar es hogar de  Itztlacoliuhqui, dios de la obsidiana, señor del castigo. Este personaje había sido el custodio del dios Sol, pero cegado por los celos lo atacó. Sin embargo, el Sol, en un contraataque lo dejó ciego permanentemente debido a una flecha que se atravesó en la cabeza. Desde entonces, fue enviado al tercer estrado del Mictlán por los Dioses Creadores, 

Photo by Luke Southern on Unsplash
Photo by Luke Southern on Unsplash

Cehueloyán o lugar de la nieve

Se trata de una extensa área congelada con pequeñas colinas de piedras cortantes donde siempre caía nieve. Es la residencia Mictlecayotl o Mictlampehécatl, dios del viento. Este lugar soplan fuertes ventarrones y éstos hacen que los muertos se desprendan de sus pertenencias.

Pancuetlacalógan: lugar en donde las personas vuelan como telas

En este nivel no existe la gravedad y las personas quedan expuestas al viento. Se dice que este lugar se ubicaba al pie del último collado o colina del Itzehecayan. Y ahí, las almas deben luchar para no ser arrastradas por las fuertes corrientes de aire.

Temiminalóyan, lugar de las flechas

En esta zona llueven ráfagas de flechas y las almas deben esquivarlas para poder continuar con su camino

Imagen de Ron Frazier vía flickr
Imagen de Ron Frazier vía flickr

Teyollocualóyan: lugar en donde te comen el corazón

Este nivel está poblado por majestuosos jaguares, quienes se comen el corazón de los difuntos.

Apanohualóyan, lugar en donde se tiene que cruzar

Región donde se encontraba la desembocadura del río Apanohuacalhuia, una masa acuática de aguas negras. Ahí, el muerto ya sin corazón se debatía por largo rato en las aguas negras para salir. Se dice que en este río habita una iguana gigante llamada Xochitonal. Ella se encarga de devorar a aquellos que no han dejado por completo la vida terrenal. Se dice que en este nivel, el alma se libera completamente del cuerpo.

Imagen de Ron Frazier vía Flickr
Imagen de Ron Frazier vía Flickr

Chiconahualoyan, el lugar de las nueve aguas

En esta región predomina la niebla y las almas no ven nada a su alrededor. Este espacio y tiempo sirve para que los muertos reflexionen sobre todo lo que hicieron en vida. El momento en el que la neblina desaparece, el viaje está terminado y se encuentran con las deidades. Aquí el alma es curada de los padecimientos terrenales.

Se piensa que cuando alguien moría en esas épocas era enterrado con un perro y con algunos amuletos para ayudarle en su camino por estos nueve niveles. Pero, una vez que llegaba frente a las deidades debía entregar todos estos atributos como ofrenda.

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