De estafadora a millonaria: Anna Sorokin la joven que manipuló al jetset en Nueva York ha creado su imperio.
Conoce la historia de la falsa heredera rusa, Anna Delvey. Esta joven logró engañar a algunos personajes de la alta esfera de Nueva York y ahora enfrenta juicios por estafa. Después pisar la cárcel, ahora recibe contratos millonarios por su historia. Ella asegura que ‘ir a juicio es el nuevo video sexual‘. Su gran farsa tenía un transfondo cultural.
¿Quién es en realidad Anna?
Un personaje fascinante, así es como Rachel D. Williams describe a Anna Delvey en su libro que lleva por título My Friend Anna. La famosa estafadora de Nueva York en realidad se llamaba Anna Sorokin y nació en Rusia el 23 de enero de 1991; no era alemana ni rica heredera, como hizo creer a muchos cuando llegó a la ciudad de Nueva York en 2013. De acuerdo con el libro, Su propósito era conseguir fondos para establecer una fundación de arte en la histórica Church Mission House, el cual incluiría bar, restaurante y una discoteca. Incluso convenció al destacado diseñador Marc Kremers, uno más en la lista de sus estafados, para crear la imagen de su tan ansiado proyecto que de llegar a concretarse le daría la vida que tanto anhelaba. De largo cabello castaño claro, grandes ojos azules, rostro angelical y con carácter un tanto retraído consiguió crearse una imagen pública impecable que convenció a la gente de que ella era quien decía ser. Y con ayuda de las redes sociales logró abrir las puertas del mundo al que soñaba pertenecer. ¿Quién podía sospechar de una mujer que se promocionaba a través de Instagram en reuniones con lo más selecto de la sociedad neoyorquina, vistiendo siempre de Givenchy y usando sus características gafas de sol Céline extra grandes? ¿Quién iba a dudar de alguien que se hospedaba en el 11 Howard Hotel, cuyo costo por noche era de aproximadamente 350 euros, cenaba con Macaulay Culkin y repartía propinas de 100 dólares?
¿Cómo lograba pagar todos sus lujos?
Frente a sus amigos y en sus redes sociales, Anna presumía de una vida opulenta, llena de viajes, ropa de diseñador y viviendo en uno de los hoteles más caros de la ciudad. Y seguro te preguntarás, ¿Cómo pagaba todo si no tenían recursos? La respuesta está en cheques sin fondos y giros postales falsos. Anna lograba engañar a bancos, hoteles y personas argumentando que tenía problemas con sus cuentas en el extranjero y transferencias que no llegaban. Incluso consiguió que sus nuevos amigos liquidaran las cuentas de los restaurantes que frecuentaba, así como algunos de los que viajes que realizaba. Rachel D. Williams, editora de fotografía de la revista Vanity Fair Estados Unidos, quien se convirtió en amiga de Delvey fue una más de sus víctimas. De acuerdo con la editora, Anna la invitó a realizar un viaje a Marruecos con todos los gastos pagados, pero al final le pidió que saldara la cuenta porque había problemas con su tarjeta de crédito y se comprometió a pagar la deuda cuando resolviera el problema. Sin embargo, Williams nunca recuperó los US $62.000 que pagó por el viaje que incluyó la renta de una villa de lujo con alberca y un mayordomo privado durante seis noches. La audacia de Sorokin llegó al grado de presentar documentos falsos para solicitar el crédito con el que pretendía abrir su club de artes el cual llevaría por nombre “Fundación Anne Delvey”.
De millonaria a estafadora
Pero como los engaños no pueden ser eternos, las demandas de los estafados comenzaron a llegar una a una y finalmente Sorokin fue arrestada en 2017 por diversos cargos entre los que se encontraban, desde delitos menores de robo hasta hurto mayor. El 18 de diciembre de 2018 compareció en el Tribunal Penal de la ciudad de Nueva York en donde rechazó declarase culpable. En marzo del 2019 inició el juicio que concluyó el 25 de abril en donde se le encontró culpable de hurto en segundo grado, robo de servicios y un cargo más de intento de hurto mayor en primer grado. El juicio se convirtió en todo un evento, donde según testigos y hasta el propio fiscal confirmaron que Sorokin ni siquiera mostró rastro de arrepentimiento y podía notarse que estaba más preocupada por su apariencia vistiendo ropa de diseñador y, según algunas versiones, arreglada por su propio estilista, que por los delitos que había cometido. Aunque fue sentenciada y encarcelada en la prisión de la Isla de Rikers y además se le condenó a pagar diversas multas, en febrero de 2021 le fue otorgada la libertad condicional.
La increíble historia de Anna Delvey no terminó ahí, fue tal el revuelo que causó que dos productoras (Netflix y HBO) compraron los derechos para realizar la serie sobre la vida de esta mujer nacida en una ciudad de clase trabajadora al sureste de Moscú que logró, a base de engaños, introducirse en los círculos sociales neoyorquinos fingiendo ser una millonaria heredera. Su historia tiene los ingredientes perfectos para ser llevada a la pantalla: glamour, ambición y engaño. Agreguemos el extra de ser mujer, porque rompe con los estereotipos de estafas financieras en su mayoría perpetradas por integrantes del sexo masculino.
Su historia viral innegablemente nos lleva a pensar en el trasfondo: el papel primordial que jugó la construcción de la imagen de Delvey, en el que las redes sociales actuaron como el instrumento que comunicó lo que ella quería hacer creer. Aunque ahora las redes son un instrumento de comunicación vital, en su parte negativa han llevado a producir una distorsión de la realidad haciéndonos creer cosas que no son. Al tener como prioridad la comunicación a través de las imágenes, son el lugar en donde se pueden construir o destruir identidades. La misma Rachel D. Williams se pregunta que cómo podía dudar de Anna si cuando la conoció “….no era una completa desconocida para mí. La había visto en Instagram, sonriendo y bebiendo en fiestas y saraos, a menudo acompañada por mis propios amigos y conocidos. Había visto que @annadelvey…tenía 40,000 seguidores”.