Graciela Iturbide 50 años de fotografíar poesía.
Su obra en el mundo
Graciela Iturbide es sin duda alguna una referente de la fotografía mexicana contemporánea. Su trabajo se basa en capturar la esencia y tradiciones de los grupos indígenas de México y Latinoamérica. Esta artista ha sido invitada a colaborar en distintos países, tales como Cuba, Alemania, India, Madagascar, Hungría y París.
Sus fotografías han sido expuestas en museos de arte y en lugares como San Francisco, Philadelphia, Madrid, París y Japón. De la misma manera, ha ganado numerosos premios internacionales por el gran trabajo que ha logrado con la cámara, entre ellos el premio Hasselblad, 2008; el Premio Nacional de Ciencias y Artes, Ciudad de México, 2008; el Doctor honoris causa en Fotografía por el Columbia College Chicago en 2008; y el Doctor honoris causa en Artes por el San Francisco Art Institute en 2009.
En 2018 cumplió 50 años de trayectoria y lo celebró con su la exposición “Graciela Iturbide: cuando habla la luz”. Los días en los que viajaba sola con su cámara quedaron atrás. Sin embargo, su obra permanecerá intacta en la memoria de México y del mundo.
A pesar de vivir en la era digital, en donde tomar una fotografía es más fácil y rápido, esta artista prefiere tomar su tiempo para crear una fotografía maravillosa. Algunas de sus obras le han tomado hasta 10 años, pues piensa que es más importante la composición y la imagen que el tiempo.
Iturbide considera que los colores en las cámaras fotográficas nos alejan de la realidad, por lo tanto, sus expresiones artísticas siempre fueron creadas a Blanco y Negro,
Graciela Iturbide: Los inicios
Esta famosa fotógrafa nació en 1942 en la Ciudad de México. Siempre estuvo interesada en ser directora de cine y en 1969 ingresó al Centro Universitario de Estudios Cinematográficos de la Universidad Autónoma de México.
Sin embargo, al entrar al Centro encontró una pasión diferente: la fotografía. Así fue como conoció a Manuel Álvarez Bravo, un destacado profesor del instituto y destacado precursor de la fotografía contemporánea. Iturbide se vio interesada en la obra del profesor y de 1970 a 1971 trabajó como su asistente.
Durante ese periodo tuvo la oportunidad de acompañarlo en sus viajes a través de México. Aunque no aprendió mucho sobre la fotografía, aprendió mucho sobre la vida, sobre la poesía y sobre el arte contemporáneo.
Tiempo después, Graciela Iturbide decidió emprender su viaje sola y visitó numerosos lugares de Latinoamérica. En especial recorrió algunas regiones de Cuba y Panamá, siempre acompañada de su cámara.
Más tarde, en 1978 el Archivo Etnográfico del Instituto Nacional Indigenista de México la comisionó para capturar las realidades de la población indígena del país. La fotógrafa decidió retratar al pueblo Seri, el cual habita en el desierto de Sonora en el norte del país.
Entre sus colaboraciones destaca la publicación del libro “Juchitán de las mujeres. La elaboración del libro duró 10 años y comenzó en 1979 cuando fue invitada por el artista Francisco Toledo a fotografiar parte de la cultura zapoteca en el pueblo de Juchitán.
La magia de sus obras
Las obras de Graciela Iturbide son famosas por la complicidad que refleja con la persona que está frente al lente. Para esta fotógrafa es de suma importancia generar confianza para generar una gran fotografía. De hecho ella vivió algún tiempo en las comunidades que retrato para poder crear esa complicidad con quienes retrataba.
Sin lugar a dudas, unas de las principales imágenes que le ganó fama a Iturbide son la foto de una mujer sentada en un cantina, mujer Ángel y Nuestra señora de las iguanas. Esas imágenes son consideradas como las primera expresiones de su estilo: intenso, poético, hipnótico, pero siempre basado en la realidad.
Lo impresionante de Graciela Iturbide es que nunca se inclinó por la fotografía digital. Todo su trabajo está creado bajo los principios de la cámara: la luz natural, sin flash, sin tripie, ni siquiera con lentes de telefoto.